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15 febrero 2013 5 15 /02 /febrero /2013 21:32

                 Vicios_1-1-.jpg                Fueron tiempos de locura y desasosiego… de lujuria y perversas lecturas, sin ganas de parar; de piel  ajena para apagar ardores confesables de fuegos repetidos… fueron días  y noches construidas con  sabores y olores inolvidables, recorriendo sentidos propios  y rematadamente ajenos, tuyos más que míos…

                Eras piel que sabía a vino dulce, a hoguera de maderas perfumadas, a libertad pactada y prisión preventiva… y no sé  si te quería porque me querías o porque sin que me quisieras quería quererte…  Creo que te quería porque me querías… creo… y porque olías a hierba de esa que sabe a felicidad…

                Fueron tiempos de locura infundada… de la buena, de esa que no está encerrada en manicomios concertados  y subvencionados con kilowatios de electroshock  a gusto y disgusto de buenos y malos conductores…

                Fueron tiempos de memoria perdida entre ruidosas nubes de humo, de la felicidad artificiosa, inventada a mano… de locura paradisiaca y pasajera… de esa que un día se fue, como el antojo de una piel deseada…

                José A. Fernández Díaz.

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14 febrero 2013 4 14 /02 /febrero /2013 21:59

                equipo.JPGBuena noche, la pista a rebosar…

                Había comenzado mi segunda sesión. Casi nunca improvisaba. Mis mezclas eran fruto de trabajo e imaginación y mucha ilusión. Me gusta la música y si está hecha para llegar con rapidez a los sentidos de quien la escucha, mas aún.

                Aquella historia mia con la música ya duraba unos años y lo curioso  es que no me cansaba jamás de intentar nuevos retos con las mismas canciones.

                El rito: llegar a la cabina, ordenar mis discos, encender el equipo, platos y mesa… extraer el primer disco y pincharlo siempre en el plato de la izquierda, ajustar los audífonos, levantar el volumen del primer plato, verificar la ecualización y lanzar, por fin,  al silencio de la sala, hasta romper lo en pedazos… desenfundar otro disco dejarlo sobre el plato, apoyar la aguja, monitorear, jugar con el pitch hasta encontrar la velocidad justa, buscar el lugar adecuado y subir poco a poco o rápidamente  el volumen de salida hasta crear una nueva sustancia… luego dejar desaparecer la primera canción sin que se note y buscar otra para seguir adelante…

                Había comenzado muy fuerte. Los bajos entraba y salían con violencia mientras sonaba “megatron man” “menergy”… Patrick Cowley llenaba pistas, Sylvester, “you make me feel”, “do you wanna funk”… era disco en estado puro… Todos bailaban y celebraban  cada mezcla  con gritos y aplausos… Todos bailaban … pero ella no.

                Aquella mujer me miraba desde el centro de la pista, como si no hubiera música, como si estuviéramos solos. Morena de ojos negros brillantes , delgada, de curvas breves  y labios generosos para la risa y también para los besos seguramente…  Hermosa, aquella mujer no bailaba…

                Apagué el plato que sonaba y mientras el tema que tenía en el aire se iba muriendo poco a poco entre sus últimos estertores,  comenzaba a subir con fuerza  “dancing with myself” …. Luego fue B52s, Men at work…. New Wave, sin mas y la pista convertida en una locura que subía y bajaba inundada por las luces giratorias y  estroboscópicas… Todos bailaban con pasión… todos menos aquella mujer, que me miraba a los ojos, atravesando reflejos, destellos y oscuridades… no bailaba …

                Resignado, comprendí que había llegado la hora de la música lenta… Con una frenazo en seco y una ráfaga de eco puse fin a aquella locura… había llegado el tiempo de abrazos y calores compartidos … Puse a girar “Total eclipse of the heart”…. Y me disponía a abandonar la cabina cuando me encontré otra vez con aquellos ojos… esta vez me invitaban junto con un maravilloso gesto de sus brazos a bajar a la pista… No lo dudé. Me aproximé, la abracé mientras me decía al oído, “creí que no ibas a venir “… Me escuché decir: “acabo de entender por que tenía que hacerlo”… y la música sonaba y sonaba sin parar….

                José A. Fernández Díaz

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7 febrero 2013 4 07 /02 /febrero /2013 00:12

                Ha staying-alive_170332_6833-1-.jpgsucedido otra vez, una vez más. Parece que me persigue la sombra de Tony Manero. Su mirada es la mía a pesar de los años... Esta vez la cosa ha sido una extraña mezcla de ilusión y desconcierto, de desasosiego e inquietud…

                Si hace muchos años una chiquilla, encontraba en mi mirada,  aún joven, el vivo reflejo de la de Tony, ahora me cuenta una madre del colegio al que van mis hijos, que su marido está de acuerdo en que mis ojos son los de Manero, de Tony Manero… su marido “me ha mirado a los ojos y sonriendo ha dicho mi nombre…”, hasta llegar a esa inquietante analogía Tony y yo, yo y Tony…

                Tony ha envejecido bien, lo ha hecho sin desgaste, querido admirador; yo he sido víctima de un ataque,  casi mortal,  de alopecia y sobrepeso compulsivo… Tony es lo que era; lo he visto  hace bien poco,  otra vez… la misma película, el mismo chaval machista y egocéntrico… y no ha mejorado mucho en la continuación (Staying alive)… eso sí, mas musculado y calzando o embutido en  unos  leotardos o legins  apretaditos a rabiar… No me veo yo sometido a la presión de  semejantes  vestiduras,  que no harían mas que poner en evidencia el resultado devastador de una vida dedicada a los placeres sin normas ni medida.

                Se me antojó mas asequible en la primera parte… luego se le subió a la cabeza esa extraña idea de que sabía bailar como nadie…

                Reconozco haberme sonrojado al saber que esa mirada mía aún tiene tirón… el azul sigue estando de moda.  Temo, eso sí, haber inquietado los sueños de ese sincero admirador. Al fin lo que de verdad importa es gustar… y si le gusto qué?... Ha hecho que me sintiera joven y peligroso, tanto como una pizza acabada de sacar del horno…   yo tengo las cosas claras, difusas pero claras, opacas pero claras… claro, y parece que él tampoco tiene dudas… su mujer ya lo sabe, el se lo ha dicho… la mirada de Tony Manero sobrevive en mi a los años y los excesos…

                Una frase, la última de Staying Alive reverbera en mi memoria, me quita el sueño,… me hace sentir culpable:

                Ella pregunta a  Tony, mientras el sale del teatro: “ a dónde vas?”

                Tony Contesta: “por ahí, a fardar”…..

                Y entonces suena el tema central de Saturday Night fever : staying alive….

                José A. Fernández Díaz

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29 enero 2013 2 29 /01 /enero /2013 00:50

pareja en MiñoAlgunas veces, pocas veces, no quiero darte un beso no uno solo, sino dos o dos y medio

Algunas veces, pocas veces, no quiero no quererte no solo un poco, sino mucho muchísimo

Algunas veces, pocas veces, no quiero no escucharte no solo una vez, sino tres o tres y media

Algunas veces, pocas  veces, no quiero no quererte y es que queriéndote desenredo mis muchas veces hasta dejar lisas mis otras pocas

José A. Fernández Díaz

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26 enero 2013 6 26 /01 /enero /2013 10:56

                dos gaviotas y un surfistaCada paso que daba sobre aquel suelo aprendido de memoria a fuerza de gratas e ingratas peripecias, alojadas ya en su memoria, invitaba a la reflexión. Tenía un día de esos… uno o dos o tres…

                Caminar, pasear,  sobre  el patio de la infancia, de la adolescencia … de la madurez, era como desplegar poco a poco el diario no escrito de aquellos otros tiempos. Una indetenible ola de sensaciones  traía,  a la arena de la playa del presente, caras, miradas, olores, sabores, besos inolvidables, deseos satisfechos y también lo contrario, colores, calores, llantos, borracheras, música… mucha música, el sabor del mar y el perfume del verano…

                Recordaba y sonreía, porque sabía que había hecho con la vida, con su vida, buena parte de lo que siempre imaginó, muy poco que reprochar a los años perdidos en el pasado. Se había hecho una buena colección de amigos y también algún que otro enemigo… inevitable cuando uno responde a su naturaleza y no encadena sus opiniones y actos a lo que es socialmente correcto o adecuado, paparruchas, solo paparruchas inútiles…  

                A un lado, el mar, ese mar, esa playa de todos los días, de todos los años… esa que veían amanecer y también perderse en  la noche… Miró la piel de sus manos donde se había posado el sol de tantos veranos y el salitre de los días largos… Si fuera mas joven compondría canciones… Pero había decidido no hacerlo. Otros contaban y cantaban historias que bien podrían ser suyas y el sabía dibujarlas con su guitarra, cantando con los ojos cerrados, arrancando al pasado imágenes para ilustrarlas… Seguramente aquello, todo aquello que había vivido daba para escribir muchas canciones, pero por alguna razón no era capaz o simplemente no quería hacerlo…

                Los años iban pasando sin apenas hacer ruido y de vez en cuando el día a día llamaba su atención. Muchas cosas habían cambiado,  porque la vida no siempre nos explica que no es igual tomar un camino que otro… aprendemos solos a golpe de remiendos y reparaciones. Lo cierto es que muy a pesar del camino, las pisadas nos definen, son nuestras, tienen impresa la huella de aquella ilusión y esperanza que empuja el día a día.

                Caminar tranquilamente, muchos años después,  sobre la misma arena de su juventud, aquella mañana cualquiera, fría y a rebosar de mar y  olas de recuerdos arrancó una pregunta: Qué nos queda del tiempo pasado?...

                Todo, nos queda todo…

                José Angel Fernández Díaz.

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23 enero 2013 3 23 /01 /enero /2013 00:51

                Tony-manero.jpgSi Tony Manero, el  de Saturday night fever…

                Y todo porque mis ojos azules  llamaron la atención de una chiquilla que, sin apenas pensar en los efectos que podía llegar a provocar, me dijo cuanto me parecía a Tony Manero… es cierto que entonces tenía una estupenda mata de pelo  donde hoy rebota el sol o la lluvia, según, y cara de niño bueno… y mis ojazos azules de toda la vida… esos los conservo y, confieso haberlos utilizado últimamente para corroborar el poco criterio de aquella niña o el desagradable discurrir del tiempo… quizá las dos cosas.

                Lo cierto es que difícilmente hubiera llegado a ser Tony Manero y no es que semejante personaje tuviera cualidades imposibles, no, ciertamente no; pero es que yo era poco mas o menos que la antítesis: bailaba peor que mal y preferentemente en la intimidad; mi éxito con las chicas era insignificante; mi elegancia, porque yo creía que tenía de eso, se limitaba a ponerme la camiseta por dentro del pantalón, vaquero, desteñido y con parches… y a tratar con cuidado mi chaqueta de cuero negro (o algo parecido), ...nada que ver… sin embargo tenía la esperanza, adolescente, de ser Tony y levantar pasiones… Asentaba aquella esperanza en las palabras de aquella chiquilla y el reflejo de mis ojos azules en el espejo…

                Con los años he aprendido varias cosas. Alguna de ellas puede que valga la pena, puede… He vuelto a ver la película una o dos veces y lo realmente curioso es que no se parece mucho a la que me ilusionó tanto en aquellos años… no se parece pero  es la misma. He descubierto a un Tony Manero al que no quiero parecerme y no porque las ropas y las actitudes resulten desfasadas, eso es normal; no se trata de eso; no quiero ser un descocado, narcisista y egoísta, un ignorante presumido, con grandes amigos que no sabe ver hasta que ya es tarde para ellos y para él…

                En todo caso quiero ser el Tony Manero que despierta a la vida, cuando vuelve en el metro, herido y descolocado, reflexivo y cansado y se encuentra con un amanecer nuevo,  en la otra orilla del río,  desde donde se ve el lugar y el tiempo que no supo entender…  Supongo que dentro de unos años, cuando vuelva a ver Saturday Night Fever, cambiaré de opinión, me miraré al espejo donde estarán fijos mis ojazos azules, peinaré mi peluquín negro azabache, recompondré mi traje y me lanzaré a la pista donde seguramente me esperen  otros rabiosos soñadores trasnochados… o no.

                José A. Fernández Díaz.     

               

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22 enero 2013 2 22 /01 /enero /2013 18:02

                  Un objeto, cualquier objeto puede llegar a resultar realmente odioso. Aquella puerta azul, no sé si con el tiempo o por el cúmulo de sucesos que quedaron, muchas veces, tras su vetusta estructura, llegó a cambiar mi estado de ánimo tan solo al cbote-pintura-roja.jpgontacto con la primera mirada.

 

                Paula nunca lo supo. Yo podía haberlo esgrimido en cualquiera de nuestras  abundantes discusiones pero, curiosamente, guardé aquella impresión para mí como si se tratara de un vergonzoso secreto.

 

                Cien veces escuche como, con inexplicable violencia, aquel objeto se clavaba al marco determinando contundentemente el fin de una discusión unidireccional: ella y solo ella contra mí. Yo prefería callar y huir, porque así, dando por terminada la discusión antes podía sentarme a esperar la siempre previsible reconciliación. Aquellas reconciliaciones eran dulces, intensas pero efímeras.

 

                Una tarde llena de luz y desazón decidí precipitar una de aquellas reconciliaciones, para lo cual corté una de las flores más hermosas de mi jardín y decidí dejarla al pie de aquella puerta, tocar y alejarme para volver más tarde. Todo iba bien hasta que volví para verificar que impresión había causado mi obsequio.

 

                Desesperé tras aquella puerta hasta que su voz, desde el interior, me invitó a largarme. Tenía ante mí una vez más aquella puerta que tanto odiaba y ella al otro lado. Aquel tono azul brillante me hería igual que la voz de Paula al otro lado, aunque no menos que la memoria dando un paseo rápido  entorno a todas las cosas que viví con ella.

 

                Por más que lo intenté no conseguí que abriera aquella puerta para poder hablar. Casi ciego e invadido por la desesperación golpee varias veces, consiguiendo únicamente ira y palabras que desde el otro lado bombardeaban, sin fallar, mi pensamiento.

 

                Cuando me alejaba, aquella puerta se abrió rápidamente y así pude ver como arrojaba mi flor y aquella breve carta llena de amor que la acompañó. Pensé en recogerlas  pero me pareció inadecuado. Deseaba que volviera a encontrarse con todo aquello cundo decidiera salir... quizá recapacitara.

 

                Aquella noche apenas pude dormir. Ella lo había destruido todo. Fui consciente de haber construido alrededor de aquella mujer todo cuanto me interesaba ver. Ahora todo se había derrumbado y ya no tenía sentido apuntalar  o aguantar más.

 

                Tomé una decisión. Busque algunas cosas y me puse frente a la puerta azul por última vez. Ella seguramente estaba en su trabajo y contaba con mucho tiempo. No había restos de la flor y mucho menos de la nota.

 

                Destape el bote de pintura roja y enseguida su potente olor invadió el pasillo; coloqué unas hojas de periódico en el suelo, introduje la brocha en aquel líquido espeso y comencé a pintar sobre la puerta que tanto odiaba.

 

                Me esmeré porque deseaba no dejar rastro de aquel terrible azul que aun navegaba por mi memoria. Cuando terminé de extender la primera mano, esperé un poco y comencé con la segunda. Mientras esperaba  escribí una nota con una breve advertencia para que nadie se manchara.

 

                A terminar recogí mis cosas, retiré los papeles y coloque aquella nota que decía: “Advertencia: pintura fresca. No dejarse engañar el mal aún está en el interior”.

 

José A. Fernández Díaz

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14 enero 2013 1 14 /01 /enero /2013 23:14
“Luz tenue y música al fondo... tópicos.        Cunilingus.jpg
            Y cuando me encuentro acariciándote lentamente el tiempo se detiene... no importa. Empiezo en ti y termino en ti sin encontrar el final. Bebo en tus labios la palabra cautiva y en ellos te encuentro primero... me sabes a ti y si te continuo es porque sé que voy a volver. Me deslizo por tu cuello y en tu pelo me pierdo como un loco que te siente vivir. Tu corazón late con fuerza, con una fuerza que se desborda a si misma cuando juego a besar tu piel suave y palpitante, cuando te recorro, te continuo sin saber a donde ir. Y cuando juego con tu pecho no se si tiemblo o tiemblas, no sé si es tu respiración o la mía, entonces con sabor a ti en la boca puedo decir “te quiero” y sentir al tiempo que esas palabras me complementan, pues ya no es mi boca solo para besarte y recorrerte sino también para acariciarte el sentido. Me pierdo en tus límites pequeños, pero se que me quieres dentro de ti y sigo hasta llegar a tu vientre poco a poco y, poco a poco tu apuras la respiración, te mueves anhelante y yo te conozco ansiosa. Tu, suave, frágil y sucesiva me invitas y yo sucumbo y tu excitación crece mientras yo me pierdo en ti y te acaricio sin tiempo ni espacio.
            Te siento crecer, apurar la respiración  violentamente. Entonces mi boca quiere otra vez la tuya, y la busco, vuelvo recorriendo los bordes de tu cuerpo, deslizándome entre tus brazos que me toman, que me sienten, y cuando entro en ti, cuando mi carne álgida se sumerge en tu interior, lo que siento eres tu, sin palabras, sin miradas, eres tu, esencialmente, con principio y fin, eres el  límite tuyo, y, sin embargo, todo comienza otra vez. Cuanto más me hundo en tu vientre más te siento, y bien podría fundirme en tu calor. Entonces tan cerca, tu respiración es tan mía que podría dejar de respirar y vivir con tu aire.
            Te siento avanzar, vas mas alla, ya no sabes detenerte; quieres llegar pero vas a mi lado, no me olvidas, yo siento que me sientes parte de ti.
            Entonces llega el tiempo en que se puede prescindir de la palabra... todo son ruidos y gestos desacostumbrados, inútiles, mientras el ritmo crece hasta que te siento llegar, alcanzar el origen del manantial furtivo, entonces mi sensación llega también, me vacío en ti y me lleno de ti. Tu respiración comienza a relajarse; casi no podemos articular palabra, pero cabe un beso que mas bien es un símbolo.”   
            “Y tu querías ir al cine”...
José A. Fernández Díaz
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1 enero 2013 2 01 /01 /enero /2013 21:50

          Cooooooo….ño!....,365 días nuevecitos para ir gastando uno a uno,  en  cosas que yo quiero y en otras que quieren esos  muchos  cohabitantes de mi vida… estrella-6-puntas.jpg

          Propósitos:

          Consumir más merengue bailado y menos merengue de repostería…

          Ahorrar palabras ruidosas y malsonantes como por ejemplo: “político”…

          Mirar a los ojos de quien me cuenta como suenan las lágrimas de los que luchan por los demás…

          Leer con frecuencia y pasión en el interlineado de la lluvia hasta que pueda hacerlo sobre  los rayos del sol…

          Beber lo justo y necesario … lo necesario y justo, según el momento y la ocasión, pero siempre generosamente…

          Priorizar la amistad que se sostiene sobre los pilares de su propio nombre…

          Amar con y sin ropa y también al revés, siempre que las ordenanzas municipales me lo permitan o no me lo impidan…

          Empadronarme en el paraíso,  cuando encuentre un viaje baratito y un GPS que se lo crea…

          Amar a todas las criaturas con buena voluntad y con poco criterio estético también, porque esas son las generosas.

          Redescubrirme maduro, paternal, sexy, triunfador, reverente, respetuoso… cuando encuentre la entrada a esa otra dimensión donde habita mi otro yo…

          Comer más fruta,  si es posible de la pasión y si no,  pues mas pescado…

          Correr con más frecuencia  y sin policía …

          Nadar en aguas turbulentas, al lado de las masas curtidas en mares revueltos…

          Volver a la música clásica para construir la banda sonora de los sueños imposibles…

          Consumir cine sin medida  ni límite, sin criterio ni miedo, sin vergüenza… sinvergüenza…

          Caminar al lado de los que sin saber bien a dónde van, caminan como si los demás no supiéramos que no saben si saben… o quizá no…

          Escribir con más frecuencia  a los viejos amigos alojados en países muy próximos al lugar donde se acaba el mundo…

          Rememorar  esas viejas historias de amores perdidos,   para recuperar malas ideas útiles para conservar los actuales…

          Almacenar en la memoria de mi ordenador solo aquello que ya no cabe en la que traigo de serie…

          Besar con frecuencia  y precisión los labios de sonreír,  que dibujan  las palabras de mi amada.  

          Morir,  las veces que sea necesario,  antes de abandonar las buenas ideas por las que tantos lucharon y con las que he llegado aquí…

          Ser un poco más serio y maduro,  cuando el cielo de la realidad se tiñe de injusticia…

          José A. Fernández Díaz.

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28 diciembre 2012 5 28 /12 /diciembre /2012 01:17

            ramaEntonces, a la vista de aquel pequeño percance, decidí dar un paseo sin grandes pretensiones, solo un paseo.

 

            El cielo parecía anunciar lluvia. La gente pasaba a mi lado con algo de prisa y sentí la impresión de ser una  especie de loco suelto. Con el fin de relajarme esboce una sonrisa  y al tiempo pensé que esto empeoraba las cosas. Comencé a silbar, inventando primero melodías algo estrafalarias, luego hice trizas la sinfonía nº 40 de Mozart.

 

            Me detuve de súbito ante un escaparate. Aun llevaba conmigo la sinfonía. Observé la delicada ropa interior femenina y, por supuesto, no dejó de impactarme, como siempre, el cruel espectáculo: piernas sueltas, troncos partidos, brazos sin rostro, en fin, un estropicio, una carnicería. Volví a mi paseo con la impresión a rebosar de quien sabe que sensaciones.

 

            Las luces de la ciudad se llevaron la tarde poco a poco. Alguna gota perdida de la  lluvia que iba a ser me golpeó en la cara.

 

            Al otro lado de la calle me llamo la atención una boina; justo debajo iba mi buen amigo Alejandro, con menos prisa que yo. Levanté el brazo con el fin de saludarle y él se aferró a mi gesto incluso con algo de crueldad.

 

            - Vale -dijo-, pero con un poco de leche.

 

            Me volví para saber si hablaba conmigo y descubrí una cafetería algo vetusta pero de aspecto agradable.

 

            Nos saludamos mientras buscábamos una mesa.

 

            - Amigo mío -comenzó Alejandro-, no sabes cuantas cosas han pasado desde la última vez, el mío con leche por favor, pero no sé dónde está el principio, solo sé que aunque hay más cosas que contar solo quiero hablarte de ella. Si comenzara por otras hasta llegar a ella me aburriría más que tu. Mejor olvidamos lo demás y ocupémonos de la razón que llena mis días.

 

            - Estoy enamorado.

 

            - No es la primera ni la segunda vez -interrumpí-.

 

            - Ni la décima siquiera. Pero esta vez es distinto, quiero decir; no es igual que en las otras ocasiones.

 

            - Parece lógico, cuéntame.

 

            - Sabes que no soy fácil de entender, sin embargo con ella todo es distinto. La conocí hace tan solo dos meses, una tarde en que el frío de la calle nos empujo al interior de una cafetería. Ella estaba allí cuando yo entre; enseguida nos miramos.

 

            - ¿Llevabas tu boina?...

 

            - Si, claro. Ella y solo ella parecía llenarlo todo. No me importó nada más, aunque un camarero, que se me antojo sin rostro, me aparto momentáneamente de aquella abstracción a la realidad. Rápidamente pedí lo de siempre y volvía a mi sueño.

 

            Cuando el camarero me trajo el café ya había aprendido de memoria su cara, su pelo y, sobretodo, aquellos ojos que de vez en cuando me miraban.

 

            Ella leía Cumbres Borrascosas y, créeme, al salir de aquel lugar, con el corazón a rebosar de felicidad, me compré la obra y acudí al día siguiente, con la esperanza de que ella estuviera allí, para  acompañarle en la lectura.

 

            Estuvo allí y juntos supimos de los amores intensos de Heathcliff y Kathy.

 

            Una tarde la cafetería estaba algo despoblada, casi éramos ella y yo solos; me atreví a dirigirle la palabra. Cuando me cedió sus servilletas oí mi corazón latir con tanta intensidad que creí percatarme de como ella también lo escuchaba y me sentí algo avergonzado. Soñé aquella noche con su voz dulce y aquellas manos tan perfectas.

 

            Sabes cuanto admiro la belleza. Esta después de todo ha sido la vez que mas cerca hemos estado.

 

            Alejandro se acercó la taza a los labios por primera vez y, tras el primer sorbo se percató de que aun no había echado azúcar a su café. En silencio tomó sus dos terrones y los poso delicadamente sobre la superficie blanda; luego cogió uno de los míos y, con la excusa de que aquellos necesitaban compañía, lo dejo caer también en su ya dulce brebaje. Luego con la decisión de volver a su conversación, revolvió en uno de los bolsillos de su chaqueta hasta extraer un trozo de pan con mas de una semana y marcado en una buena parte de su estructura por un visible dentellada.

 

            - Si lo sé - me dijo sin que yo preguntara nada- , estoy seguro de que para ti este trozo de pan no significa nada. Te entiendo, para mi tampoco sería mas que un viejo trozo de pan si no fuera porque en el se han apoyado sus labios y sus blancos dientes se han llevado una pequeña parte dejando su huella.

 

            Esto es un símbolo, un poquito de ella, algo para conservar. El amor, amigo mío, tiene sus razones que la razón desconoce. Ella está aquí, en este trozo de pan. La siento tan cerca. Quiero este símbolo como la quiero a ella y lo llevo conmigo como prueba de mi amor para recordarla siempre que quiera.

 

            - ¿Cómo te hiciste con ese trozo de pan?...

 

            - Una tarde en que ambos leíamos, ella pidió un bocadillo. Parecía acariciarse los labios con el pan tierno mientras yo la consumía con mi mirada.

 

            Observé como Alejandro tomaba el trozo de pan (símbolo), y lo metía en su taza de café mientras hablaba.

 

            - No puedes imaginarlo siquiera: sus labios rojos, delicados, jugando distraídamente a comer sin apartar la mirada del libro.

 

            Alejandro hizo un alto en su conversación para llevarse a la boca el trozo de pan que extrajo con cuidado del café y rápidamente lo tragó continuando.

 

            - Amo cada gesto suyo y cada cosa suya como si fuera el aire que respiro o la sangre que me mantiene vivo...

 

            La noche, algo avanzada ya, nos recibió en el exterior. Alejandro me esperaba fuera. Yo me entretuve pagando. Nos despedimos. Volví a casa pensando en la sinrazón del amor. Alejandro se despidió de mi y se fue quien sabe a dónde con el recuerdo más tangible que poseía de su amada muy cerca del corazón.

 

            José A. Fernández Díaz     

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Presentación

  • : El blog de atrapado-en-la-esquina-verde
  • : Allí donde los verdes son variados e intensos, los mares furiosos algunas veces y otras tan pacíficos que son como el cielo azul, allí donde la tierra tiene antojos, perversamente montañosa algunas veces, suave y generosa otras, escarpada y escabrosa cuando quiere, fértil siempre; donde el sol se esconde enamorando la mirada o encogiendo el corazón. Aquí estoy gustosamente atrapado y describo el reflejo de mis profundas intenciones... Desde Galicia, mi esquina verde.
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  • Invasor atrapado en el territorio sin límite de los sueños y lo políticamente incorecto... Eterno indignado y perverso militante de causas pervertidas.
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