El blog de atrapado-en-la-esquina-verde

“De regreso al lugar de donde nunca vinimos, encontramos que los campos tenían el rumor del viento atrapado entre las cortinas  de ventanas abiertas… Apenas supimos decir el nombre de las pocas piezas sanas que nos quedaban,  de las ideas con las que nos habíamos ido.

                Todo llega a tener un final… el final llega a tener dueños con miradas ajenas y puede que,  si los cielos son azules, la esperanza tenga bien ganada su condición de  verde para casi siempre... “

 Dicho esto, se quitó las pieles ajenas, que escondían  la suya,  y me regaló el hermoso espectáculo de un cuerpo tocado por la belleza y hundido por el cansancio de querer ser un suspiro eterno, de esos que navegan por el viento.

La poesía responde a voluntades, está hecha de espíritus que hacen acopio de palabras, verbos y otras tonterías por el estilo, para regalar enjambres de atajos entre el cielo y el infierno… y alguna que otra reflexión inútil y sin contenedor adecuado.  Pero Alicia inspiraba a componer, con naufragios y otras vicisitudes, historias sin principios ni finales. Alicia tenía que ser poesía, tenía que estar hecha de sueños… Dormir a su lado era morir de mirar en la oscuridad. Entrar en su cuerpo, acceder entre cálidos suspiros, era caer para siempre en el mejor de los pecados… y pecar para siempre con consecuencias, con borracheras eternas, comulgando con el sabor de sus labios dulces y también con los que siempre son salados.

Volví a dios, con minúsculas o con mayúsculas, porque de tanto quererla no me supe creer. No sabía si era cierta y,  puestos a dudar de lo tangible y lo intangible…me olvidé de las ideas con las que me entretenía siendo un habitante del subsuelo adoquinado. No supe escribir mas y olvidé los nombres de los libros donde aprendí cosas que ocupaban lugar,  espacio y tiempo. No quise volver a tener padres, ni pasado… Creo que llegué a estar enamorado en algún momento entre el antes de llegar a su piel y el después de no  ser capaz de vivir sin ella.

Dicho esto…

Dicho todo cuanto antecede, me remito a lo que pudieran haber descrito, quienes pretendieron definir en prosa o en verso, lo que significa dejar de estar con uno mismo para terminar estando sin nada en la nada. La soledad en compañía de la imaginación cómplice,  hace de los espíritus frágiles, sujetos de largas tardes mirando al mar y agradecidas páginas sin escribir. Tengo por inventada otra amante a la que decidí llamar Alicia… Tal cual aquella otra de verdad,  sobre la que algunas veces cuento historias, que nadie sabe que de ella fueron, en compañía mía y de las muchas locuras que nos hacían reír… y reflexionar. Que rotunda tontería es envejecer y pretender hacer como que no sucede…

Dicho esto… volveré a contar cosas de Alicia, mientras estuvo en mi vida y yo en la suya, creo… volveré a hacerlo, cuando encuentre pedacitos en la memoria y un poco de inspiración.

José A. Fernández Díaz.