Soy poca cosa: un puñado de ideas que no por ser pocas resultan insuficientes y una imaginación al servicio de las ganas de escribir… también de amar y hasta odiar, si me esfuerzo un poco.
Soy un trozo del ignorante mas grande y un pedacito del inútil que siempre quise ser.
Soy un amante incompleto y un completo soñador de amores imposibles.
Soy mi propia oscuridad y también mi silencio conocido y deseado… soy, al fin la desconexión que se activar. Soy, quiero decir, mi palanca de apagado/ encendido.
Podría ser música, poesía, viento, mar, lluvia… pero soy solo carne y esperanza.
Soy, la voz de la mirada que me delata y el murmullo de la fuente de mis sinrazones.
Soy lo que quiero ser… y, despierto, a veces también. Seré lo que no soy si me esfuerzo en dejar de ser lo que he sido.
Soy un cuerpo maltratado, herido, desdibujado por el tiempo, el uso y abuso.
Soy una mirada sincera, pero solo porque apenas soy capaz de mentir sin que se me note en las pestañas.
Soy algo parecido a lo que tengo dentro pero vuelto al revés. Soy el reflejo del espejo visto desde detrás… solo eso y nada más.
Soy un dolor de cabeza o de espalda… uno cualquiera, contagiado, absorbido, comunicado… soy, quiero decir, un hipocondriaco pacífico.
Soy un guerrero que tiene fobia a las armas que sirven para matar… Supongo que amo herir con la palabra maldita cuando mi verbo es sincero.
Soy el caos, el desorden, la confusión en breves episodios que no me pertenecen.
Soy un desalmado, un ateo inconcluso, un mal cocinero y peor marinero.
Soy un objetor perdido, un egoísta generoso, un amante terriblemente infiel y un digno indignado.
Soy quien pretende describir a ese ser que no me conoce.
José A. Fernández D.