En la estación abundaban los sueños rotos, la desazón, la soledad, alguna que otra esperanza y otra esperanza mas. Aguardaban todos, con su breve equipaje, al pie del cuerpo que los contenía. A través de la megafonía una voz de mujer explicaba que el tren con destino a 2046 llegaría con gran retraso, un día cualquiera a aquella estación… Algunos pasajeros frustrados apartaron la mirada de la pantalla hasta dejarla caer sobre el suelo frío… Entonces, justo en aquel momento de desilusión, se encontraron las miradas heridas de dos habitantes casi eternos de aquella estación. Ambos con su soledad desbordada deseaban viajar a 2046 en busca del amor perdido; pero aquel tren, del que solo habían oído hablar, nunca llegaba.
Hubo un instante en que, aún en la distancia, supieron que se trataba de ellos. Un extraño código desencadenó una tormenta de sensaciones que supieron aprovechar a pesar de la confusión. No fueron precisas las palabras entonces; eso para mas adelante… Con pasos tímidos y breves fueron comprimiendo el espacio que separaba sus cuerpos. La penúltima mirada fue tan próxima que se afirmó con el abrazo apasionado de dos manos dispuestas a viajar. El tren había llegado.
José Angel Fernández D.