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11 noviembre 2015 3 11 /11 /noviembre /2015 00:58
Si ya nadie me lee…

          Aquella noche, sobre la mesa  que compartían en el viejo bar, una botella vacía del entrañable licor de hierbas,  ocupada en sus entrañas por un papel que resultó ser una carta … Arturo, el dueño del local, la señaló y explicó al poeta que su amigo la había dejado allí la madrugada del día anterior, poco antes de cerrar. Relató que había estado llorando y escribiendo sin parar, que liquidó sus deudas con la casa y se fue rogando mantener reservada esa mesa para su amigo y que nadie se apropiara de aquella botella que el fue vaciando a lo largo de la noche… Se fue, se fue cantando y manteniéndose en pie a duras penas.  Arturo terminó diciendo que una mala noche la tiene cualquiera…

          En la carta el poeta pudo leer lo que sigue:

          “Sabe usted, poeta, si tiene sentido explicar el color de los sueños o el sabor de la pasión, aún con los verbos mas simples o las palabras mas a mano, con el corazón abierto, desnudo de defensas y barreras?... Sabe usted, poeta, si tiene sentido escribir para no ser leído y arriesgar a la intemperie las heridas sin saber si vale la pena?...Sabe usted, poeta, que sucede cuando uno se pregunta  para qué escribe y si a ese puñado de espíritus afines puede importarle que uno termine o decida guardarse las palabras, los sueños en voz alta, las historias, la poesía … para siempre en el fondo de su silencio?...

          Hoy, poeta, se me han muerto las ganas. La ilusión se ha ido con la musa a otra parte  y solo pienso en lo que voy a hacer con mis locuras construidas con edificios de letras y palabras, cimentados con sentimientos, ahora heridos de muerte.

          Puede que sea justo, amigo mío; puede que la realidad impermeable, aséptica, vacía de exposiciones innecesarias del yo mas íntimo, me esté expulsando de una tierra que no entiendo ni quiero entender… Es justo, soy yo el extranjero, el extraño, el invasor… el loco de camino a ninguna parte.

          Creo, poeta, que no tiene sentido escribir para no ser leído, dibujarse para no ser visto. Creo, amigo mío, que estas palabras que se me antoja serán las últimas, no tienen el carácter de un reproche o cosa parecida. Son solo mi por que… la explicación de un loco que abandona el mundo en marcha y lo abandona para no volver…

          Gracias Poeta, gracias por tan grata compañía y tantas ilusiones compartidas. Despídame de su Sirena…”

          El poeta no quiso saber, se conformó con lo que tenía en sus manos. Convencido de que la vida está hecha para la libertad aceptó la decisión de su buen amigo. Pidió una botella de aquel licor que impregnaba buena parte de la carta y se fue de allí sin una dirección cierta con el pensamiento perdido y la memoria latiendo con locura…

           La vida…

          José A. Fernández Díaz.   

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19 octubre 2015 1 19 /10 /octubre /2015 00:31
Si tengo que morir.

                Si tengo que morir y es muy probable que eso suceda, tarde o temprano, quiero morir de amor… amando o haciendo el amor. Quiero morir con el corazón ocupado, conquistado, tomado, robado… robado por la locura de un otro corazón… si, de un otro corazón,  capaz de sincronizar  anocheceres y despertares como si fueran los ritmos de una canción un día cualquiera de fiesta.

                Si tengo que morir e irremediablemente  así será, temprano o tarde, quiero morir  de amor… enfermo de un amor agudo y profundo, incurable y mortal.

                José A. Fernández Díaz.

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13 octubre 2015 2 13 /10 /octubre /2015 00:38
Morir a destiempo

Si tengo  que morir

Y es probable que eso suceda,

Quiero morir de amor,

Amando o haciendo el amor,

Con el corazón ocupado,

Conquistado,

Tomado,

Robado por la locura,

 De un  otro  corazón,

Capaz de sincronizar,

Anocheceres,

Despertares,

Resacas,

Tormentas,

Y primaveras.

Si tengo que morir,

Porque no existen opciones,

Quiero morir de amor

Sincronizado.

José A. Fernández Díaz.

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6 octubre 2015 2 06 /10 /octubre /2015 00:59
Imagen encontrada en internet

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               Intentando escribir  una historia para colonizar alguna página  de su blog,  se descubrió hablando de si mismo y no solo a  la pantalla en blanco sino al puñado de fotos  que contaban, de alguna manera, el viaje alrededor de la desesperación y la impotencia.  Habían pasado dos o tres semanas desde que dejará Africa para volver a casa,  sin querer hacerlo. No tenía sentido haber estado, intentarlo y volver cuando comenzaba a ser útil, cuando era capaz de entender que cosas no son posibles y otras  casi imposibles y ciertamente definitivas.

                En Mayo de 2015, en Níger, había afectadas de meningitis mas de 6500 personas y un mes después, médicos sin fronteras,  consiguió  reducir el impacto a solo un dos por ciento de la población pero al sur en Diffa la situación se hace crítica  porque acechan la malaria y la desnutrición y la ayuda humanitaria apenas llega. Por desgracia,  al huir de los conflictos armados en los alrededores del Lago Chad, el acceso al agua potable, la asistencia sanitaria se limitan o pierden…  En julio las lluvias lo complicaron  todo aún mas…la solidaridad de los otros pueblos estaba  desbordada por el número de desplazados…

                Yo llegué allí, a Diffa,  en Diciembre,  para colaborar en la atención de personas afectadas por un brote de Cólera, 270 si no recuerdo mal… Y he vuelto, he vuelto demasiado pronto.

                Cuando dejas aquello y vuelves al “país perfecto” en que vivimos eres incapaz de creer en nada y mucho menos en esa  teórica justicia divina que da de comer a tantos solteros de oro,  enfundados en anacrónicas vestimentas tantas veces adornadas con oro y otros disparates,  que no se molestan en imaginar cuanto puede sufrir el ser humano antes de morir y podrirse bajo el sol o alcanzado por alguna enfermedad de la que ya no se tiene  ni idea en el mundo civilizado… o por un proyectil cargado de ira.

                Cuando dejas aquello y enciendes la televisión terminas por odiarte al sentir que perteneces a esa clase de seres que aceptan el mundo así, desequilibrado, injusto, asesino… enfermo de egoísmo y ceguera… te duele la inteligencia cuando la ignorancia es reina y todo el mundo quiere ser así, como ese gran hermano, esa mujer  insultada por si misma o ese hombre que admiran tanto aquellos otros que no tienen trabajo o comida para sus hijos y que se ha hecho multimillonario no por sus facultades con el balón sino mas bien con las sinrazones de aquellos que lo idolatran…

                Cuando dejas aquello te duele saber que aquí eres un verdadero inútil y que necesitas para vivir lo que aquellos otros no van a tener en toda su vida… Dependes de un estúpido teléfono que ya no sirve para hablar con los demás, cuentas una vida inventada a través de lugares que no existen y donde otros como tu se entretienen engañando e hiriendo, insultando  y perdiéndose como personas  para encontrarse como animales…

                Cuando dejas aquello sabes que la vergüenza se ha venido contigo y sabes que de nada sirve gritar o criticar porque quieras o no tu también estas siendo engullido por la enfermedad de la que nadie se  ocupa porque todos estamos demasiado ocupados enfermándonos…

                Creo que me han abandonado las ganas de contar una historia inventada… quizás mañana.

                José  A. Fernández Díaz.

 

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5 octubre 2015 1 05 /10 /octubre /2015 01:24
Imagen encontrada en internet.

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                Cuando llegó el día en que conocí a Alicia comencé a desconocerme a mi mismo.

                Alicia fue algo así como una pirueta en la monotonía del trapecio. Acostumbrado a vivir improvisando  pensé que difícilmente podría sorprenderme algún giro en medio de la realidad,  hasta que llegaron ella y su perfume … y aquella manera de mirar, hablar, besar, sonreír y amar,  con toda la piel pero sin decir te quiero.

                Decir te quiero, me advirtió una de las primeras veces, era  decir adiós. Aprendí a llenarme de ella hasta colmar mis límites sin vaciarme explicando cuanto la iba amando.

                Nos conocimos en medio de una curiosa charla sobre la incuestionable estupidez de la clase política más avezada y el pragmatismo tan lamentable con el que aprendieron a evitar el contacto con aquellos que los eligen. No sé exactamente cuales fueron mis palabras pero si se que ella puso cara de sorpresa  y me tiró un beso que no supe entender. Se acercó mas tarde, para mi sorpresa, con un cigarrillo en la mano y una frase a medio construir…

               -Y usted quien cree que es para…. Que coño, si me ha encantado y daría algo por ver como se lo planta en toda la cara a uno de esos  estúpidos que se sostienen en torres hechas de mentiras…

              -Yo no soy nadie. Soy solo un malabarista que está orgulloso de las ideas en las que cree.

              -Yo soy Alicia… y tu, porque me apetece tutearte, eres Angel. O tal vez me han mentido.

              -No, no soy otro. Soy Angel. Hola Alicia.

              Alli y así comenzó una historia que me hizo dudar donde está el límite entre la realidad y la fantasía. Aquel día supimos que nos íbamos a ver mas veces y así fue. El viernes, muerta la tarde, saliendo de una de las clases nos encontramos y me preguntó si existía alguna buena razón para que no pudiéramos compartir el fin de semana… No se me ocurrió ninguna y nos fuimos,  en un coche que alguien le había prestado,  para algún lugar donde teníamos un lugar para los dos sin más límites que el filo de la madrugada del domingo.

             Dos horas después, mas o menos, con tres bolsas de provisiones en las manos y la ropa que nos quemaba, llegamos a un cuarto piso sin ascensor, de un edificio atrapado por el olvido en una calle con menos que mas luz y mas que menos ruido de fondo… Tuvimos tiempo de encontrar la nevera y colar allí las cervezas y una de las botellas de vino… el resto se quedó allí en el suelo con las chaquetas y algo de vergüenza que no nos hacía ninguna falta. Volvimos pronto en busca de un sacacorchos  y nos dejamos los zapatos…

             Recuerdo que se me antojó estar soñando cuando Alicia clavo en los míos, el brillo mágico de sus ojos negros, iluminados por la luz que llegaba  desde la cocina. Se dejó caer el vestido que antes ceñía aquel cuerpo hasta dibujarlo con una precisión insultante y mi excitación se convirtió en algo tan evidente que,  cuando se acercó, con una mano atrapó mi sexo y con la otra  me liberaba del cinturón,  mientras iniciábamos un primer beso profundo y desesperado.

             Huyendo de su boca resbalé por el cuello hasta llegar a los  pechos,  que desnudé con suavidad, pero me temblaban tanto las manos que decidió ayudarme. Nos fuimos al sofá y allí creí volverme loco acariciando y siendo acariciado, lamiendo y siendo lamido, besando y siendo besado. Cuando llegué al ombligo encontré que de su vientre manaba aquel perfume que se quedó para siempre en mi memoria y que nunca mas adornó la belleza de otra mujer que yo conociera. Era incapaz de abandonar el tacto y el sabor de aquellos pechos aún a pesar de la locura de sus caderas y el jardín perfumado. Seguí hasta arrancar,  esta vez con algo de locura sin contención,  la tela que ocultaba su sexo y allí me encontré con una hermosa  razón para morir en paz con la belleza. Alicia era un sueño con una ausencia de pesadilla. Besé y mordí con  pasión  sus labios salados hasta que no pudimos mas y como no pudimos mas fuimos piel confundida, fundida y herida, pasión derramada, locura sin pausa, causa sin efecto y por fin tras buscarnos y encontrarnos en todos los rincones imaginables de piel, por fin al fin, una primera pero no última  vez aquella noche, llegó feliz locura de morir y resucitar entre espasmos compartidos…

                Descorchamos el vino y bebimos para celebrar la primera vez. Apenas hubo palabras. La respiración ocupaba el silencio de la sala y los ruidos que venían de fuera. A pesar de todo el mundo no se había detenido. La segunda vez, loco por volver a recorrerla, ya en la cama, me sorprendió aprendiéndomela de memoria. Me gustaba tanto que temía no ser capaz de contenerme, de esperarla y sobretodo de ceder a mis sentimientos y confesar que necesitaba decir te quiero…

                Hicimos el amor una vez mas, pero esta vez con la cadencia de quien tiene el espíritu invadido por la felicidad y la confianza de que el tiempo no existe como medida… Que locura  cuando me deshice dentro de su piel mas cálida mientras ella me mordía en los labios para jurarme que iba conmigo, al mismo tiempo,  de camino al infierno…

                Por la mañana, al despertar del día, ella soñaba o eso me pareció, con lo que aproveché para mirarla en silencio y guardármela para siempre en la memoria. Temía que en cualquier momento el ruido de mi despertador me hiciera despertar. Busqué papel y un bolígrafo… solo encontré varios sobres vacios del banco y un lápiz. Comencé a dibujarla con palabras, a explicarla con mi puñado de verbos y soñarla para siempre. Las ganas me invitaban a tocar,  a besar y abrazar otra vez para no parar jamás. Si entraba en detalles la excitación apenas me dejaba pensar y las ganas de decir te quiero se me apelotonaban en los labios.

               Aquella primera vez fue la primera de las otras primeras que vinieron después.

               José A. Fernández Díaz

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3 octubre 2015 6 03 /10 /octubre /2015 10:53
Recorte de una imagen encontrada en internet.

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                Hay que ver como es la belleza, de dónde viene y dónde está. Hay que ver como es la vida,  que hace de la belleza una lectura permanente.

                La belleza somos nosotros, está en la forma de mirar y sentir. La belleza que entra por nuestra manera de mirar es o no es si depende del estado de enamoramiento, el grado de amistad, el odio o el rencor… el odio y la envidia hacen  que la percepción de la belleza se distorsione hasta crear monstruos. Y que curioso que en realidad el monstruo es el que, atrapado por la maldad, odia y odia sin parar, mientras el que ama o quiere es capaz de comprender que la belleza es un concepto sutil y frágil. Somos edad que solo se detiene cuando ya no somos, somos edad que no se detiene, vida que nos castiga, dolor y alegría que nos vuelve locos… somos una realidad cambiante , una flor que se marchita pero que nunca dejará de ser una flor.

                Podemos ser plástico, belleza inventada, construida y ajustada … falsa belleza a la medida de las exigencias del guión que sostiene la farsa… Podemos ser belleza de catálogo, apocalíptica, enferma ,  esclava y dolorosa belleza…

                La belleza está en la manera de mirar y la manera  de mirar está dentro de cada uno.

                José A. Fernández  Díaz. 

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2 octubre 2015 5 02 /10 /octubre /2015 01:05
Imagen encontrada en internet.

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                Con la esperanza de encontrar  la puerta de acceso a mi yo interior,  viaje al fondo del supermercado que tengo a dos manzanas de casa. Tengo  por norma acudir a semejantes templos,   cuando los indicadores de desesperanza,  me impiden frecuentar las costumbres mas arraigadas en esa naturaleza mía tan terriblemente bipolar. He encontrado en el contacto con las cajeras una liberación espiritual que mas de una vez me ha acercado a dios.

                La mañana era desapacible y,  con tanta gente buscando abrigo,  no resultaba fácil circular por la acera sin pisar las  líneas de separación entre las losetas.  Esas fisuras en el suelo siempre me han preocupado, aunque tengan la apariencia de algo hecho aposta en realidad presiento que son una ranura con destino al cielo de los malos… y yo soy malo.

                Conseguí llegar a mi supermercado de confianza y lo primero que me encontré fue la mirada comprensiva de la encargada. Una mujer que me vio crecer y decrecer tantas veces que quizás era ella la razón de mis retornos. Nos hicimos un gesto y con eso pareció bastar. Seguí hasta la frutería pues mi viaje siempre comenzaba por perderme para luego buscarme. Las frutas con perfume propio,  color entrañable y formas sugerentes me gustaron siempre, mas que otra cosa,  para volver a otros tiempos en un turbulento y vertiginoso viaje con la memoria. Tomé una bolsa y dos guantes. Metí las manos en los guantes y protegí mi cabeza con la bolsa, luego me dedique a oler de cerca manzanas, peras, plátanos… hasta que una dependienta  de la frutería se acercó para ofrecerme ayuda. Yo necesitaba ayuda pero puede que ella equivocara mis intenciones. Se alejó con la mirada mía clavada en la espalda. Concluí aspirando profundamente una pirámide de naranjas y reflexionando sobre la mitología de las vitaminas aspiradas o esnifadas.

                Al pasar por la sección de mascotas un picor en el muslo derecho me obligó a tirarme en el suelo y rascarme vigorosamente. Una señora que por allí pasaba comentó,  con otra que seleccionada comida para su gato, lo triste de mi situación. Agradecí la preocupación pues la gente no siempre entiende que uno pueda no ser demasiado ortodoxo en la manera de rascarse.

                Por fin me encontré con Alejandra. Alejandra era morena y  pese a mis muchas intentonas y detalles, aún no había conseguido arrancarle un simple si para alguna de mis muchas invitaciones a cenar una mañana cualquiera. La pobre había perdido a su padre dos veces, a su madre tres o cuatro y a sus abuelos… por sus abuelos estaba de luto permanente. Maldita costumbre la de morirse que tiene  la gente. Alejandra lo sabía bien pues perder un padre y una madre una vez es terrible, pero mas de una ya es desolador… Pobre, cómo iba a querer cenar conmigo?.

                Alejandra me saludó con timidez y no se extrañó cuando le pregunté por su madre y su padre… y por la sección de yogures a punto de caducar. Allí me fui, no sin antes pasar por la sección de artículos de camping. Confieso que siento una atracción terrible por las cucharas de plástico  blanco y un miedo inexplicable a los vasos transparentes. De hecho cuando bebo siempre tapo el líquido para no ser capaz de verlo en el momento de llevármelo a los labios. Soy demasiada agua para diluirme en otros líquidos externos,  pero mi médico me aconsejó beber dos litros de agua cada día y casi siempre termino lamiendo el tapón pues las envasadoras no ajustan bien las cantidades…

                Con mi cuchara en la mano me fui a la zona de lácteos y paré un ratito en las neveras de los helados. Como siempre abrí la puerta y metí la cabeza mientras contaba hasta sesenta y nueve veinte veces. Con la cabeza fría y el corazón caliente el mundo se entiende mejor.

                Algo mas relajado y ya junto a los yogures me senté en el suelo, no sin antes desabrocharme el cinturón y cogí un pack de seis yogures de fresa… los destapé todos y con mi método de toda la vida comencé a comer una cucharada  de cada uno. Si todo iba bien debería terminar con una última cucharada el último de los yogures pero si no era así  tocaba volver a empezar. Mientras comía, rezaba en voz alta con infinita devoción.  Es posible que no me hubiera concentrado adecuadamente o el sabor elegido no fuera el correcto, pero lo cierto es que en el último yogur me sobraron cuatro cucharadas… Volver a empezar. Esta vez preferí intentarlo con yogures de melocotón y lo conseguí.  En paz con mi espíritu, me incorporé, abroché el cinturón y emprendí mi camino de regreso a casa. En la caja me esperaban la dependienta y el guardia de seguridad. Pagué,  agradecí su preocupación y salí a la calle  con la curiosa sensación de haber entrado en un tórrido verano espiritual.

                José  A. Fernández  Díaz.

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1 octubre 2015 4 01 /10 /octubre /2015 00:10
Blanco fácil

                Animados por el  alcohol, en medio de la noche profunda, el poeta y el loco, dejaron la vieja taberna no sin antes llevarse al bolsillo una botella intacta de un madurado licor de hierbas para compartir de camino a la playa. La noche, aquella noche sobre la  que estaba suspendida una inmensa luna naranja, tenía un horizonte indescifrable e imprevisible.   

                Acostumbrados a compartirse entre sinceridades al límite y reflexiones interminables, llegaban siempre al mismo lugar donde quizás el mar marcaba el punto final del camino de ida. Por allí, sin que ninguno de los dos tuviera el valor de evidenciarlo, soñaba la sirena.

                -Sabes poeta -comenzó a decir el loco-, me encontré con una frase del maestro Benedetti que,  como siempre,  me ha puesto a pensar; “La condición de miserable es un tumor del alma, casi siempre incurable, porque el alma no admite cirugías”… La maldad, amigo mío, la maldad en su expresión mas arraigada da trabajo a los ángeles exterminadores… pero los malos pueden con los ángeles que están para vengar a las víctimas.

                -Benedetti, grande, amigo mío, de lectura apetecible y próxima.  Yo puedo decir que  empeñado en ser un blanco perfecto, tan blanco que pudiera pasar desapercibido,  terminé por convertirme en victima de la inexplicable puntería de matones con verbos afilados,  rabia incontenible y odio universal a flor de piel… piel  curtida por la podredumbre de sus madrigueras. Puedo decir que mis versos, esa manera mía  de explicarla vida,  atrajo siempre a hombretones dispuestos a convertirme, según su encendida  y vacía expresión,  en un maricón al que despellejar  y… sabe usted? … me importó siempre menos que poco, muchísimo  menos que nada.  

                 -Todo  –agregó el loco-, es una inmensa mierda si imaginas la vida a tu medida y apenas eres capaz de pensar o comprender que los demás también tienen derecho a  opinar y discrepar libremente. Todo es una mierda si no eres otra cosa que un tirano, envidioso y endiosado con la imagen que te devuelve el espejo mágico de tu vanidad. Y es cierto que tienes una capacidad, nada envidiable, pero muy tuya… puedes destruir la vida de los otros que solo pretender dejarse llevar pacíficamente por la vida que nada tiene de malo. Desde mis sinrazones he visto romperse en pedazos la vida de inocentes,  bombardeados con la maldad de villanos cotidianos.

                 - De la envidia y el odio nunca sale nada humanamente explicable – dijo el poeta acercando la botella a su buen amigo  que no tardó en respirar hondo y dar cuenta de un buen trago-.  Intentando vivir sin razones para desistir me encontré alguna vez con aquellos  seres  a los  que  no hubiera deseado  parecerme ni tan siquiera en tiempos de guerra. Vivir como viven, bajo una montaña de mentiras es arriesgado porque  de vez en cuando se puede escapaba una que otra verdad,  que terminaban por destapar la evidencia. Temerosos de que pudiera existir un dios castigador o vengador se disfrazaban de demonios, siempre mas amables que la cruel realidad.

                 - Complicado mundo de cazadores crueles y blancos fáciles donde decir la verdad y exponer sentimientos es algo parecido  a pasearse descalzo sobre el filo de un cuchillo herrumbroso – dejó caer el loco-,  mientras señalaba la luna que, teñida de sangre, se dibujaba sobre el mar pacífico.

                 -Parece – dijo el poeta-,  que los malos nunca mueren y mueren, pero lo hacen demasiado tarde. Parece que siempre resisten para ver sufrir a sus víctimas hasta el último momento… y mueren al fin, mueren infectados con esa condición de miserable.

                 Poeta y Loco, hablaban de sus vidas, heridas por la maldad de esos hombres que creen que otros hombres lo son menos porque miran la vida con pasión y no tienen miedo de abrirse en canal para exponer su yo interior, sin miedo… Ambos, blanco fácil de artilleros cotidianos, hoy borrachos de emociones y sueltos los verbos por el licor, hicieron llorar a la sirena que escuchaba tras una roca en el agua, mientras la llamada luna de sangre se consumía temporalmente  en un súbito eclipse…

                José A. Fernández Díaz.

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30 septiembre 2015 3 30 /09 /septiembre /2015 00:25
Imagen encontrada en la red.

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                Las siestas de Paula eran poesía. Paula era poesía siempre.

                Aquella tarde de otoño disfrazado de verano, mientras leía,  tirado en mi esquina favorita, como un perro coherente y fiel a su condición, alcanzado por la luz que llegaba de las ventanas traseras… mientras leía y me dejaba cautivar por  la magia de un tal Bach, como ruido de fondo… mientras eso, todo eso hacía, Paula era un puñado de versos  sobre la cama que,  casi siempre,  era propiedad compartida  y que esta vez envolvía aquella piel recorrida, con un desorden de sábanas y antojos del sol  que se colaba entre las ranuras  de las viejas contras de  las igualmente viejas ventanas.

                Dormía y hubiera jurado que soñaba … soñaba con el amor hecho o haciéndose.

                Había abandonado mi rincón dos o tres veces para mirarla dormir, para volver loco de deseo y atiborrado de razones para asaltar aquellos sueños suyos y traérmela a las horas ruidosas de la esfera cautivadora del reloj. Desistí, muy a mi pesar,  una y mas veces porque sabía bien que tras la siesta,  aquella piel acariciada por la parsimonia de la tarde,  iba a terminar confundiéndose con la mía… Y es que Paula dormía libre y sincera, con la piel al aire.

                Bach,  muy suave, incapaz de contener el ruido de mi corazón y ella que soñaba y soñaba con que las manos con las que se acariciaba eran seguramente  las mías,  inútiles para sostener aquel libro al que había dejado de prestar atención. Cerré los ojos e imaginé que dormía a su lado, que me la metía dentro por la nariz, respirándola como esencia pura, que me la comía a lametones con la locura del mas hambriento de los náufragos… cerré los ojos y me la imaginé conquistada, penetrada por mil frases cantadas al oído y alguna que otra melodía  de otro mundo posible. Cerré los ojos y me levanté sin poder mas, sin mas poder para resistir la tentación que olía a la magia del blanco y negro y,  al tiempo,  al mas franco de cuantos arcoíris podría imaginar. No sé o si sé como llegué a nuestra habitación,  que solo olía a ella,  pero si sé y no sé de dónde me arranqué el valor para mirar lo que no podía tocar.

                Paula,  con la mirada oculta,  acariciaba,  con intensa lentitud,  el camino suave entre el cuello y el pico mas alto de sus senos, giraba y giraba para volver a subir. Un rayo de luz rozaba aquellos,  labios, suyos,  salados, húmedos, concisos y abiertos al calor ajeno. Pronto una mano y luego los dedos codiciosos se posaron,  como alas  de mariposa,  sobre la piel ardiente de un sexo desnudo a la luz de la tarde…

                La vi morir y resucitar entre olas de placer, susurrar y gritar entre silencios ocupados por las melodías que venían de mi esquina… la vi, la vi sin parar; sin saber como parar… la vi otra vez, una vez mas, como si fuera la primera y con miedo  a que se tratara de la última. La vi,  sin valor para meterme en ella, con miedo de perderla mas…la vi, la vi sin que estuviera,  porque un día dejó de estar aquí para estar en algún otro lugar. Está, a pesar de todo, está porque está su olor, su desorden, su memoria que es mía, su ventana, que repite algunas veces en los últimos días de otoño,  aquel mágico juego de luces entre las que sé que la amé y no se bien si me amó. Está el deseo vivo y la voz partida donde algunas frases son mías y unas pocas de ella.

                Paula, era poesía, un puñado insólito de versos fugaces capaz  de incendiar las tardes de siesta.

                Ahora que Paula no está, porque decidió ser poesía en algún otro lugar, reescribo una historia que nos encontró con ganas de no despertar de un sueño compartido… pero despertamos y nos dejamos arrancar el vicio de la piel con ganas de otra piel tras la siesta.

                Las siestas con Paula fueron poesía. Paula será poesía siempre.

               José A. Fernández Díaz.     

 

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28 septiembre 2015 1 28 /09 /septiembre /2015 23:40
Ocaso

 

                Presumía de ser un hombre acabado… terminado, concluido, hecho y derecho… Presumía siempre, siempre presumía y de tanto presumir y quererse como animal superior,  había desaprendido el cómo de la vida compartida.

                Apenas se percató de cuan pétreo era el aspecto de su todo. Las palabras, incluso, se habían convertido en piedras que tiraba contra los otros… y la piel que lo contenía comenzaba a recibir con cierto placer el verdín propio de las rocas que miran al norte.

                Puede que en su conversión a falso superhombre o superhombre malentendido, tuviera algo que ver el miedo de los otros.

                Podría morir para siempre y disfrutar de si mismo  toda la eternidad y el mundo mas tranquilo y pacífico seguramente.

                Como animal pétreo había alcanzado a pensarse centro del universo, capaz de sostener que él y solo él había conseguido que el sol girara alrededor de la tierra otra vez…

                Algunos sueños, a pesar de todo, se convierten en pesadillas justo al despertar.

                Cuando aquel hombre despertó de su sueño de poder, sentado en un escaño casi anónimo, se descubrió derrumbado al pie de su propio pedestal y los pies deshechos en barro…  

                José  A. Fernández Díaz

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Presentación

  • : El blog de atrapado-en-la-esquina-verde
  • : Allí donde los verdes son variados e intensos, los mares furiosos algunas veces y otras tan pacíficos que son como el cielo azul, allí donde la tierra tiene antojos, perversamente montañosa algunas veces, suave y generosa otras, escarpada y escabrosa cuando quiere, fértil siempre; donde el sol se esconde enamorando la mirada o encogiendo el corazón. Aquí estoy gustosamente atrapado y describo el reflejo de mis profundas intenciones... Desde Galicia, mi esquina verde.
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  • Invasor atrapado en el territorio sin límite de los sueños y lo políticamente incorecto... Eterno indignado y perverso militante de causas pervertidas.
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- Se agradecen los comentarios... yo también tengo derecho a leer.

 

 

 

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