La mujer a la que amo tiene la misma manera de mirar con la que me puso a soñar una noche de otoño. De aquella noche de otoño a esta tarde de primavera han pasado mas de dieciocho años… y nos miramos igual pero con la seguridad de que conocemos el camino de regreso.
La mujer a la que amo sabe que no sé muchas cosas pero me quiere, aprendiz de todo, confeso ignorante, me quiere igual; como si las palabras mías que son suyas tuvieran alguna virtud distinta a la sencillez.
La mujer a la que amo, me enseño a ser padre y a querer mas a la madre que me parió. Desde aquel día en que acordamos dejar de ser dos han pasado casi doce años y desde entonces la vida sabe a aventura.
La mujer a la que amo no sabe que la sueño con frecuencia. No podría creer que, sin saber, se me mete en el mundo que invento entre párrafos o versos y un día es dueña del amanecer mas hermoso y otro de la menos triste de las muchas entrañables tardes de lluvia, que nunca podre olvidar.
La mujer a la que amo lee en mi manera de llegar el hasta dónde se han gastado las esperanzas que me llevan, la ilusión que no me abandona a pesar de las cosas que pasan. Me sabe roto cuando me cuestan las palabras o ya no me quedan lágrimas.
La mujer a la que amo sabe arrancarme la locura en las batallas piel a piel; me hace grande y feliz, como la primera vez y como la primera vez dice “te quiero”, como si no lo hubiera hecho antes.
La mujer a la que amo, ama las vidas que hemos hecho juntos y me mira a la mirada que se enamoró de ella una noche de otoño, desde los ojos de nuestros hijos para pedirme que tenga cuidado ahí fuera…
La mujer a la que amo tiene el cuerpo perfecto, la voz perfecta, la manera de pensar perfecta, la mirada perfecta… Sabe que solo tiene un defecto… ella lo sabe y yo también. Sabemos que su único defecto soy yo.
La mujer a la que amo le gusta llevarme de viaje a la mitad de la felicidad. Allí, en la mitad de la felicidad, me cuenta que la otra parte siempre se la deja en casa para cuando se nos ocurra volver.
La mujer a la que amo no le gusta la poesía; pero se deja dibujar en las que consigo atrapar para ella de entre los versos que me encuentro por el camino. Puede que no le guste la poesía pero es poesía.
La mujer a la que amo, ama las puestas de sol sobre la piel del mar. La mujer a la que amo es el mar donde flota pacífica la barca de la vida que nunca pude imaginar. La mujer a la que amo es la vida mía, es mi vida suya.
José A. Fernández D.