“Prometo que aprenderé de memoria una poesía para recitarte por teléfono, verás como soy capaz. El viaje es largo y aburrido, tengo tiempo de sobra. Te voy a sorprender.” –dijo al tiempo que con un sonoro beso se despedían-
Ella competía en un torneo de internacional de voleibol en la playa de Matosinhos en la costa portuguesa…el por motivos de trabajo y compromisos políticos permanecía en Galicia… el 25 de julio no era un día cualquiera… El 24 tomaría un tren para reunirse con unos compañeros en Santiago…
Se recordaron tanto que las horas resultaban infinitas… Ella se encontró con una playa que resultó desconcertante… Oporto estaba entre sus viajes de ensueño, pero aquello que tenía ante sus ojos era una playa colonizada por el cemento el asfalto y el turismo… desconcertada, esperó con impaciencia a que el la llamara mientras intentaba encontrar algún rincón hermoso donde posar la mirada.
Antes de salir del trabajo, el buscó en internet una poesía que sabía bien cuanto gustaba a su novia… la imprimió y en cuanto pudo hacerlo, se dedicó a memorizarla poco a poco. La leyó entera mientras esperaba el tren y, aunque le resultó algo cursi y excesivamente cargada de misticismo, reconoció que el primer párrafo estaba muy bien… Cuando ocupó su sitio en el vagón casi se había aprendido la mitad de aquella parte con la que la iba a sorprender…
Sobre las nueve menos cuarto de la noche, hora española, decidió llamar…
-“Hola… te lo prometí; cierra los ojos…
“Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas...
De repente un estruendo, la voz de el perdida en una multitud de gritos e inmediatamente el silencio…
Ella, desesperada, remarca una y otra vez, para escuchar hasta la locura, como una voz mecánica le contesta “apagado o fuera de cobertura “… A su lado la euforia y la alegría de las compañeras que comienzan a organizarse para entrar en competición bajo la luz de una tarde maravillosa de verano…
Decide conectarse a internet y se encuentra con los primeros datos que la hieren hasta arrancar el miedo primero y luego un llanto indetenible… “a las 20:40 horas, hora local, un tren con dirección Madrid-Ferrol, descarriló muy cerca de Santiago de Compostela…
Eran en Portugal las 19:58 horas … ella se imaginó capaz de detener el tiempo e impedir que aquello hubiera sucedido…pero nada era cierto, tan solo el silencio y aquel dolor insoportable…
Mirando al cielo de la tarde que anunciaba la noche inminente recitó:
“ésas…
¡no volverán!
José A. Fernández Díaz