La noche había estado llena de emociones pero lo mejor… ella. Era un sueño hecho realidad. No podía imaginar que una mujer tan hermosa y agradable pudiera posar su interés en un personaje como yo. No es que tenga poca o ninguna autoestima; es la realidad pura y dura. Apenas he conseguido ligar una o dos veces y nunca con quien me hubiera gustado… pero esta vez, esta vez va a ser verdad…
Quedamos a las 2:30 de la madrugada en un banco de la Plaza de Armas, al pie del reloj electrónico con gran despliegue publicitario de una marca de ropa interior femenina… No sé si será muy adecuado pero de repente no se me ocurrió otro lugar. Aquella publicidad siempre atrae la mirada. Ella iba a llevar a una de sus amigas a casa y a esa hora y en ese lugar volveríamos a encontrarnos…
Apenas podía creerlo, creía estar soñando cuando me senté bajo el reloj y me dispuse a esperar. Estaba realmente cansado. Muy poco había dormido la noche anterior y faltaba toda una hora hasta que el reloj marcara las dos de la mañana… recurrí a la tecnología… Mi teléfono tenía alarma y la hora estaba controlada por satélite… Puse el despertador para las 2 de la mañana justas , ni mas ni menos… me acomodé tranquilamente y me dejé llevar hasta que me quede profundamente dormido…
Desperté sin que me hiciera falta escuchar la alarma de mi teléfono… miré la hora y perplejo constaté que había dormido hasta las 3:10 de la madrugada y ella no había aparecido… Lo sabía, algo me decía que no podía tener tanta suerte… Dejé aquel lugar desilusionado y emprendí el regreso a casa… Estaba realmente cansado y mi teléfono marcaba las 3:32, decidí tomar un taxi. Busqué la parada, me subí a uno y tras explicar la dirección me puse a ojear el periódico del día anterior …
Mandé parar inmediatamente al taxista tras leer que aquella noche, como todos los años, se iba a proceder a cambiar la hora para ajustarla al horario de verano… a las dos serían las tres… Nunca hubo 2:00 de la mañana –pensé- he quedado con la mujer de mis sueños a las 2:30 de la madrugada el único día en que las 2:00 no existen… Recapacité tras mirar la hora, 3:56 de la madrugada… ella no iba a esperar una hora por mi… volví a casa derrotado.
A las 4:20 de la madrugada ella decidía abandonar aquel banco donde había quedado con un hombre que consideró un sueño hecho realidad…
José Angel Fernández Díaz