Tal vez por la impresionante e inútil intensidad de las luces o el despliegue de adornos sin significado del todo cierto, probablemente por la vergonzosa incoherencia de una estruendosa campaña de generalizada y súbita alegría, paz y amor… es posible que todo eso y mucho más nos impida ver que todo es mentira, una gran mentira que hiere, que lastima con fuerza, que martiriza los sentidos capaces de abstraerse.
Bajo las luces y los adornos que dibujan el contorno de una ciudad distinta, recorriendo calles resplandecientes de felicidad escrita en cien colores, bajo semejante mentira sobrevive la realidad que aun es mas cruel e injusta, si esto es posible. Quienes pueblan las calles con su desdicha y su miseria, su mala suerte y su dolor, son mas pobres que nunca pero menos miserables que quienes pasean su alegría sin ser capaces de ver o entender.
Es cierto que luego está la bondad y la caridad que invaden los corazones de los que, sinceramente creen que con ayudar a los que sufren a que vivan una feliz navidad, para que puedan celebrar el nacimiento del hijo de dios, como todos los demás, sin importar que al día siguiente ya no habrá nada y la felicidad ficticia e inducida dejará una desagradable resaca y una dolorosa vuelta a la realidad… también están esos, esos que sabiendo o sin saber se compran su viaje al cielo con pequeños plazos en forma de limosna.
Ayer, entraron por la puerta de urgencias de mi ciudad cuatro o cinco seres humanos que atacados por el espíritu de la navidad intentaron quietarse la vida… Ayer tarde flotaba sobre las aguas frías y furiosas de una de las playas de mi esquina verde, el cuerpo de una mujer que no quiso seguir viviendo… El viernes pasado no remitieron los desahucios, anunciaron insoportables incrementos en el precio de la luz, la puesta en marcha de leyes que violentan la realidad mas dura, esa que entienden solo aquellas mujeres a las que les toca vivirla y sobre la que se permiten opinar y controlar los hombres y la oscura y fría iglesia retrograda e inhumana… Al volver del trabajo, el mismo grupo de personas rescatando de entre la basura cosas para comer… Hoy por la mañana la lotería y ese curioso reparto de felicidad … la gran queja: el Estado se queda con el 20% del premio, ese que solo te ha costado comprarlo. Ese 20% me recuerda al que deben pagar, tras trabajar muy duro todos los meses, arriesgando lo que tienen y lo que no, algunas muchas personas que conozco, y esta vez no es un premio, es el fruto de su trabajo. Me gustaría saber que esta aportación se destina realmente a redistribuir la renta, a mejorar la vida de todos por igual, a sanidad, educación, servicios sociales…
Lo mejor de todo este teatro está por venir: el discurso del rey. No me puedo imaginar que medios va a emplear para agradecer a fiscales, jueces, políticos de todos los partidos, hacienda, los servicios prestados a favor de su corrupta casa y de su vergonzosa casta. Esta vez, como vengo haciendo desde que recuerdo, tampoco formaré parte de la gran audiencia…
Tras la farsa todo volverá a lucir igual: la policía volverá a herir y cazar con violencia injustificada a quienes defienden los derechos de todos, sean ancianos, mujeres embarazadas, niños, pero sin adornos en las calles… los politiqueros llenaran sus bolsillos como siempre en nombre de ideas que no tienen y postulados en los que no creen, pero sin luces y guirnaldas y la miseria y la injusticia seguirán avanzando hasta hacerse tan evidentes que las luces de alguna navidad no sean capaces de secuestrarlas.
José A. Fernández Díaz.
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