De camino a la libertad encontraron lugares ocupados por falsas verdades que, con trazos gruesos, pintaban lejanos paraísos. Un simple golpe de timón, ponía en evidencia, casi siempre o siempre sin casi, las miserias de los cielos de cartón y los mares de plastilina infecta y los habitantes inventados, convencidos para convencer, con perversas ideas falsas y realidades insanas a gusto de los amos.
De camino a la libertad encontraron hombres al servicio de otros hombres, hambrientos de poder, cubiertos los cuerpos por armaduras, duras como la mentira que ayudan a sostener y máquinas con el tanque lleno presto para destruir viejas miserias y dar vida a nuevos infiernos del color de la bandera de quienes conquistan con su estruendosa prepotencia, el lugar de recreo de frágiles sin esperanza.
De camino a la libertad encontraron hombres al servicio de seres sobrenaturales, inventados por hombres con los pies manchados de tierra de la tierra… hombres que cantaban y contaban historias que nunca antes fueron y que orgullosos, vestidos de oro y armiño, tenían el poder de definir un infierno necesario, sobre la tierra de todos los días, con la promesa de que el paraíso estaba al otro lado de la vida.
De camino a la libertad aprendieron a construir ideas arrojadizas, palabras incendiadas de verdad, argumentos contundentes y duros como las piedras del camino; pero encontraron que al otro lado se apostaba el poder con la sinrazón por escudo y los vencidos convencidos, sometidos a la tortura de ser ejército armado con la mentira fría y asesina.
De camino a la libertad aprendieron a escribir frases para el futuro, mensajes para ser cantados por coros de corazones indignados y vidas heridas por el despropósito institucional, colegiado, votado, apoderado, constituido…lejano, sordo, incapaz, inútil…
De camino a la libertad encontraron que no existen atajos ni alternativas, tampoco treguas o descansos…
José A. Fernández Díaz